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LA IMPOSTURA RELIGIOSA


Estudié parte del bachillerato en un colegio católico de alguna trascendencia académica en Bogotá y en el país. Después de terminar la carrera, trabajé en un colegio bilingüe católico que educa, de manera muy tradicional, a un sector de la élite bogotana. Pasado el tiempo jamás pensé que el catolicismo, a pesar de la evolución de la sociedad y del mundo, siguiera teniendo tanto poder como lo tiene en Colombia. Después de viajar por diferentes países de América Latina, región en donde el catolicismo es la religión con más fieles, encuentro que en Colombia esa particularidad es tan poderosa que sus tentáculos toman partido, participan, ejecutan acciones, aconsejan y se involucran en cualquier actividad de la vida nacional. En Colombia cuando algo sucede el prelado de turno, el obispo, el arzobispo o cualquier otro jerarca de la institución aparece en los medios de comunicación brindando su opinión o “sabio” consejo. Puede ser el detalle o la noticia más superficial pero dentro de la cultura colombiana siempre se recurre al poder de la iglesia católica como única religión valida y se ignora cualquier otra opción. Ahora, en Semana Santa por ejemplo, los canales colombianos internacionales emiten día y noche decenas de programas católicos en los que sobresalen: “El sermón de las 7 palabras”, “Concierto de música sacra”, “El lavatorio de pies”, “Especial de la cruz”, “El vía crucis”, “Procesión del Santo Sepulcro”, “Cura para el alma” entre otros más. En estos días también me entero, leyendo en algún periódico colombiano, que el grupo estadounidense de rock “Kiss” se presentará mañana en Bogotá (Sábado Santo) y que algunas organizaciones católicas se han quejado por considerar a sus integrantes como “representantes del anticristo” (sic).
Igual, la “colombianidad” es tan amplia y difusa que muchas familias tienen en sus casas retablos del “Espíritu santo” o del “Ángel de la guarda” y a la vez tienen una mata de sábila colgando de la puerta, imágenes del “Equeco” o de “José Gregorio Hernández”, pues se le reza igual al “Divino niño” o al “Negro Felipe”, dos pueden más que uno. Lo anterior plenamente valido para mí dentro del mosaico de influencias de nuestra cultura nacional. Pero lo que sigue invitando al análisis es que desde el poder de los medios y el Estado (en la voz del actual Presidente que lidera cruzadas como esta) se sigue pensando e imponiendo la idea autoritaria que Colombia tiene que seguir siendo católica y, como en aquellas épocas coloniales que hace bastante tiempo pasaron, se taladra en que esta religión sea la única y “verdadera” a pesar de que la Constitución hable de la libertad de cultos como derecho fundamental de todo colombiano. Citando a William Ospina remato:
“ Así seguimos jugando al juego de que somos exclusivamente una nación blanca, católica y liberal, aunque nuestras ciudades sean ejemplo de mestizaje y de mulataje más notable del continente; aunque nuestra vida religiosa sea la más asombrosa combinación de espiritismo, santería, brujería, animismo e hipocresía que pueda encontrarse…”
Tomado de: ¿Dónde está la franja amarilla? (página 24).

Comentarios

ME ENCANTÓ!
Bárbaro.
Felicitaciones.
Un beso!!!
Por favor vuelve a BsAs!! jeje
Gracias mil, Gloria. Falta poco, alla estare.
A.

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