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RETRATOS Y EVOCACIONES DE UNA BOGOTÁ (3)


Tengo un gusto especial por una zona de la ciudad que siempre me pareció cautivante. Toda la parte alta de la Plaza de Toros de Bogotá tenía por aquellos años cierta magia. Digo que tenía pues no he vuelto a caminarla y anticipándome, quizá lo que vi alguna vez ya no existirá más o simplemente estará muy transformado.
Sobre la carrera quinta se encontraban por esas tardes soleadas varios bailaderos en los que sobresalían “Curuba” y el legendario “Goce pagano”. Eran los tiempos de la salsa dura de Richie Ray y Bobbie Cruz. Por ahí sonaban fuerte “Lo atara la arache”, el clásico “Seis chorreao” o aquel temita de los Latin Brothers “báilame como quieras”; la salsa se intercalaba con el merengue ochentero que todavía se niega a morir y sigue sonando en las busetas bogotanas. Arriba de estas cuadras de rumba, empotrada en el cerro y con cierta inclinación, la zona de la Macarena y Bosque izquierdo aparecía como vigilando de reojo: casas y apartamentos de estudiantes, intelectuales de clase media y media alta, poetas, músicos y uno que otro loco que vivía por allí en plan de libertad. Si uno miraba aún más hacia el oriente se veía la imponencia de la montaña y la juventud que subía y bajaba con sus libros en mano y morrales acuestas desde la Universidad Distrital. La intelectualidad, la rebeldía y la crítica representadas en los estudiantes de la universidad pública hacían presencia acentuando el retrato. A veces creo que todavía los veo y los escucho hablando de los resultados del último parcial.
En la zona el verde de la vegetación mezclado con el ladrillo de las construcciones bien diseñadas, en la que aparentemente la urbanización no destrozaba la naturaleza, jugaba a hacer un contraste urbano armónico.
Pasaron más de diez años, con el implacable correr del tiempo algo ha cambiado. Me dicen que la zona de restaurantes y bares creció e intenta ser más elitista y exclusiva, raro eso en Colombia… el Bosque izquierdo parece que mantiene ese aire de barrio sosegado de árboles y pástales que se asemeja a muchas cuadras de la Soledad, Teusaquillo o el Nogal. Sin embargo, la construcción de nuevos edificios amenaza las amplias casas antiguas que se deberían conservar como joyas; ¿será que algún sabio capitalista por unos cuantos pesos las derrumbará hablando de modernidad?
Ya no sé si lo que sentí algún viernes cuando descubrí este rincón de Bogotá lo volveré a experimentar, tal vez no. Cuando vuelva y encuentre que esas imágenes ya no existen, los recuerdos me bastarán para viajar a esa realidad del pasado.
Bogotá todavía tiene su misterio, su encanto, quiero pensar que eso jamás morirá.

Dato: para los amantes de esta zona hay un video instructivo reciente que ilustra los orígenes de Bosque Izquierdo, un barrio diseñado por el arquitecto austriaco Karl Brunner. Haga clic aquí y recórralo pausadamente.

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