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¿EN AMÉRICA LATINA EL FÚTBOL UNE?


Una estudiante refiriéndose a la cultura popular y sus manifestaciones me comenta cómo en algunas regiones de América Latina, el deporte, en particular el fútbol, más que unir desune. Ella argumenta su idea hablando de la violencia, la agresividad y hasta las muertes que ocurren dentro de una celebración popular que tendría que ser más una fiesta o un evento recreativo y pacífico. Yo del todo no estoy tan seguro de creer en esta idea aunque en un principio estuve de acuerdo. Es verdad, ir a un partido de fútbol profesional en Sur América se ha convertido en un riesgo. Desde que se llega la estadio, en sus inmediaciones hay cierto tipo de ambiente de guerra, una adrenalina que hierve y el miedo que surge al pensar en la derrota. Y claro, hablo de lugares en donde el fútbol representa la vida misma como en casi todas las grandes y medianas ciudades suramericanas que viven esta experiencia exceptuando quizá Caracas en donde el béisbol cede pero sigue mandando. El fútbol como espectáculo al igual que el antiguo circo romano, congrega al pueblo entreteniendo las masas y brindándoles unas cuantas migajas de esparcimiento. Es el fútbol en nuestros países la única diversión de más de la mitad de la población que sólo cuenta con ese recurso para apalear en muchos casos el drama social. El fútbol une, une e inspira a su manera, lleva treinta mil aficionados a cubrir un estadio de un color y deja la otra mitad vestida del color del rival, transporta miles de personas de una ciudad a otra, de un país a otro para seguir una divisa cualquiera, un equipo desconocido, un escudo roto de algún barrio marginal, o el emblema de una selección nacional; un sentimiento que siempre reta y supera la racionalidad y se transforma en una religión o en un acto de fe tan ciego como inexplicable.
En estas épocas el fútbol se entiende como un enfrentamiento bélico con banderas gigantes, lienzos con rostros de héroes y consignas de fidelidad y de triunfo hacia el equipo amado. Basta ver las leyendas escritas sobre los trapos colgados en las tribunas de los estadios para entender esa dialéctica del hincha. Por ejemplo, lea usted estas consignas escogidas al azar de algunas barras de equipos suramericanos que descansan en muchas tribunas y saque sus conclusiones:

* “Universidad de Chile esta es la gente que nunca te falla, Los de Abajo”. Barra “Los de Abajo” de la U. de Chile, Santiago.
* “Siempre a tu lado: La hinchada que nunca te abandona”. Barra brava de Newell's Old Boys, Rosario.
* “El orgullo está en la hinchada: Los del Sur siempre presentes”. Barra “Los del Sur” del Atlético Nacional de Medellín.
* “Contra todos, el pueblo va a salir campeón”. Barra “Comando Sur” de Alianza Lima.
* “Cuando mires al tablón vamos a estar siempre con vos”. Barra “Los Borrachos del tablón”. River Plate, Buenos Aires.

Ya hay que dejar de mirar el fútbol, al menos en Sur América, como un deporte más, hay que darle otro estatus, el fútbol tiene ribetes de romance enfermizo; es pasional, es una novela con final agridulce; es una espera constante; es una mujer que no devolvió una llamada de un admirador pero dejó un halo de esperanza; un drama psicológico; un fenómeno social; una plaga que mata y celebra; una multitud enloquecida que canta o llora un gol; una horda que despedaza una tribuna popular; una avalancha que se lanza contra una malla para llorar de alegría una anotación en el último minuto de un clásico… El fútbol ya se salió de la realidad y precisa una conexión multidisciplinaría que lo estudie, que lo analice. Claro, el fútbol puede ser excusa para matar, asesinar inocentes pero une y ofrece alegrías al pueblo, es una moneda con una cara de tragedia y otra de felicidad, una ruleta, es un acto masoquista.

Pd: El video de esta entrada corresponde al ambiente previo del clásico rosarino, entre Newell's Old Boys y Rosario Central en Argentina. La feroz y vibrante hinchada que aparece es la de Newell's.

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