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IMPRESIONES RÁPIDAS DE SANTIAGO


Santiago es una ciudad que tiene la cordillera como testigo natural imponiendo respeto y algo de misterio. La ciudad, por esta época lluviosa y opaca, parece adormecida y en las noches el Centro no presenta movimiento como lo podría tener San Pablo o Buenos Aires. “La gente se guarda rápido y temprano en sus casas. Todavía la vieja población conserva los fantasmas de la época de la dictadura”, me explica alguien. Atractivo es su ágil metro que pasa frecuentemente y que es dinámico y rápido. Un metro que no tendrá ese encanto o tradición del subte de Buenos Aires pero es práctico, limpio y puntual (esto último en América Latina es una ganancia). No parece la capital chilena ser una urbe de mucho agite, rumba o de una noche frenética como quizá sí lo sean algunas de las muy conocidas ciudades brasileras o la misma capital argentina para insistir en una comparación superficial con otras urbes cercanas.
En las novelas policíacas de Díaz Eterovic se lee y se vive bien la Santiago marginal, la de los maleantes y rebuscadores, la de los inmigrantes peruanos pobres y el submundo. Aquella ciudad que a simple vista no parece reconocerse pues en apariencia ofrece un panorama tranquilo y apacible para ser una de las ciudades más grandes de la región.
No podría dejar de hablar de esta urbe sin referirme a su fútbol y aficionados. Desde esos ojos, Santiago es una ciudad que cuenta con varios estadios y las hinchadas de los clubes más populares se suben furiosamente al metro, como en la estación de Ñuble, a cantar y saltar por el triunfo, el empate o el drama que causa la misma derrota. Vale la pena ver a “Los de Abajo”, la barra brava de la Universidad de Chile por ejemplo, en un ritual sin igual cantando a todo pulmón y brincando fervorosamente en el metro. En ese pequeño carnaval ambulante, el que no entienda de fútbol al menos conocerá la pasión y el sentimiento que despierta una camiseta manchada de un color cualquiera.
En el Centro, Santiago le ofrece al comensal la posibilidad de visitar el Mercado Central en donde degustará los mejores manjares del Pacifico. En la Comuna de Providencia la ciudad se agringa y brilla como una urbe norteamericana, se viste superficialmente y pierde identidad. En esa zona disfrazada de una Nueva York o de una Chicago tercermundista brinda otras miradas, algo así como un perfil sintético. En contraste, desde el Cerro Santa Lucía el turista inadvertido tendrá la oportunidad de observar toda la ciudad cargada de nubes gigantes, grises y su abundante polución. En las calles un TransMilenio verde y blanco evoca a su hermano y predecesor bogotano. El Transantiago recorre calles y avenidas peleando la ruta con taxis y carros particulares sin mayor orden. Esa es la Santiago que observé, algo así como una mujer algo atractiva a la que le quise pedir el número de teléfono pero por cuestiones de tiempo no alcancé. Santiago en época invernal produce el mismo efecto emocional que Montevideo: melancolía, ganas de sentarse en una acera y ver llover.

Comentarios

zoraida dijo…
Una manera muy sutil de decir que Santiago no le gustó ni un poquito y que no le quedó de otra que centrarse en el fútbol (gracias a Dios, allí existe), menos mal la idea no es atraer a turistas, porque conociéndolo, y así no lo conociera, no deja ni una pizca de ganas visitar esa ciudad. Muy marcado el favoritismo por Buenos Aires, condición que...querido amigo, a sus coterráneos no nos llama mucho la atención. Desagravio: la ciudad de Sao Pablo. Pendiente: enaltecer a Bogotá o... bueno, por lo menos a Soacha- Compartir.
Myreya, Omayra, Zoraida:
Gracias por leer y chevere tener noticias de todas ustedes, me remonto inmediantamente a las epocas en la U. Pedagogica Nacional...
Creo que en algo tienen razon, logran capturar en parte la esencia del texto... Bueno, en todo caso hay que volver a Santiago para explorarla mejor.
Besos,
A.

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