LA POLÉMICA POR LAS DOS ESTRELLAS
El Chiqui García muy referenciado por aquellas épocas millonarias…
La semana pasada un equipo profesional de fútbol de Bogotá fue noticia. En principio, por su paupérrima participación en España, perdiendo 8-0 ante la suplencia del Real Madrid (marcador que ya muy pocas veces se ve), y segundo por las declaraciones de su Presidente Felipe Gaitán al afirmar que la institución pensaba devolver las últimas dos estrellas ganadas en el campeonato local debido a la presencia, en ese entonces, de dineros del narcotráfico. Al respecto, un par de acotaciones para no repetir lo que se ha dicho de un lado y del otro. Uno, es obvio que en esa época e incluso ahora la presencia de la cultura y el dinero del narcotráfico han penetrado la vida colombiana en múltiples facetas. Lo que se cuestiona aquí es que gracias a sobornos y compra de partidos se ganaron o se habrían ganado esas dos estrellas. Sea el dinero mal habido o bien ganado, hubo plata con la que se arreglaron resultados y ya tan solo por ese tipo de acción ilícita se debería devolver lo que en franca lid no se ganó. Al respecto hay testimonios, entrevistas, grabaciones, documentos y hasta libros con detalles que confirmarían tales actos. En consecuencia, el debate no se tiene que pensar en términos de narcotráfico, que desde luego es el motor de todo del andamiaje de los hechos, sino simplemente de situaciones fraudulentas en las que se usó o se habría usado un dinero para ganar con trampa y engaño. Dos, quizá en un país con memoria, dignidad y tolerancia se podría llevar a cabo tal reflexión y en consecuencia corregir un error tan penoso del pasado. Es tan sencillo como esto: lo que uno adquiere de forma ilegal, mínimo se tendría que devolver. Pero, y aquí la conclusión, esto no va a suceder pues en Colombia todavía se premia al pícaro y la justicia, por lo general, se acomoda fácilmente en la esquina del corrupto. Muy pocos, en consecuencia, estuvieron del lado de los que presentaron tal propuesta, por el contrario la inmensa mayoría, pasional y frenética, entre ellos buena parte de la hinchada al igual que jugadores y técnico de aquellos años, reaccionaron dolidos y envalentonados ante la sola idea de controvertir la veracidad de esos títulos.
Por el momento se valora la valentía de aquellos que pensaron en ese pasado y lo cuestionaron. Tuvo que suceder esto para que los medios de comunicación volvieran a ese capítulo negro de nuestra historia, de lo contrario ya nadie se acordaría o quizá mirarían esa página de reojo. Claro, en concreto el tema del cómo se ganaron esas estrellas se recordó en vano dentro de una sociedad que tiende a entronizar al timador y emula su viveza.
Bueno, así somos y así nos educaron, haber intentado una salida medianamente honesta a esta problemática, al menos pensarla, era y sigue siendo toda una fantasía.
La semana pasada un equipo profesional de fútbol de Bogotá fue noticia. En principio, por su paupérrima participación en España, perdiendo 8-0 ante la suplencia del Real Madrid (marcador que ya muy pocas veces se ve), y segundo por las declaraciones de su Presidente Felipe Gaitán al afirmar que la institución pensaba devolver las últimas dos estrellas ganadas en el campeonato local debido a la presencia, en ese entonces, de dineros del narcotráfico. Al respecto, un par de acotaciones para no repetir lo que se ha dicho de un lado y del otro. Uno, es obvio que en esa época e incluso ahora la presencia de la cultura y el dinero del narcotráfico han penetrado la vida colombiana en múltiples facetas. Lo que se cuestiona aquí es que gracias a sobornos y compra de partidos se ganaron o se habrían ganado esas dos estrellas. Sea el dinero mal habido o bien ganado, hubo plata con la que se arreglaron resultados y ya tan solo por ese tipo de acción ilícita se debería devolver lo que en franca lid no se ganó. Al respecto hay testimonios, entrevistas, grabaciones, documentos y hasta libros con detalles que confirmarían tales actos. En consecuencia, el debate no se tiene que pensar en términos de narcotráfico, que desde luego es el motor de todo del andamiaje de los hechos, sino simplemente de situaciones fraudulentas en las que se usó o se habría usado un dinero para ganar con trampa y engaño. Dos, quizá en un país con memoria, dignidad y tolerancia se podría llevar a cabo tal reflexión y en consecuencia corregir un error tan penoso del pasado. Es tan sencillo como esto: lo que uno adquiere de forma ilegal, mínimo se tendría que devolver. Pero, y aquí la conclusión, esto no va a suceder pues en Colombia todavía se premia al pícaro y la justicia, por lo general, se acomoda fácilmente en la esquina del corrupto. Muy pocos, en consecuencia, estuvieron del lado de los que presentaron tal propuesta, por el contrario la inmensa mayoría, pasional y frenética, entre ellos buena parte de la hinchada al igual que jugadores y técnico de aquellos años, reaccionaron dolidos y envalentonados ante la sola idea de controvertir la veracidad de esos títulos.
Por el momento se valora la valentía de aquellos que pensaron en ese pasado y lo cuestionaron. Tuvo que suceder esto para que los medios de comunicación volvieran a ese capítulo negro de nuestra historia, de lo contrario ya nadie se acordaría o quizá mirarían esa página de reojo. Claro, en concreto el tema del cómo se ganaron esas estrellas se recordó en vano dentro de una sociedad que tiende a entronizar al timador y emula su viveza.
Bueno, así somos y así nos educaron, haber intentado una salida medianamente honesta a esta problemática, al menos pensarla, era y sigue siendo toda una fantasía.
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